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Feel Gades, un proyecto vivido.

 Alex

Alejandro Martínez de la Vega es estudiante de segundo curso de Guía, Información y Asistencia turística y acaba de terminar sus prácticas de empresa. Aprovechando una visita al IES Drago para preparar su proyecto final, hemos hablado con él sobre Feel Gades, un proyecto de la profesora Rosario de la Haba.

¿Cómo nace nace Feel Gades?

El proyecto se desarrolló en en el marco de la materia la materia de Guía, que la llevaba Rosario de la Haba. A ella se le ocurrió la idea de poner en práctica la teoría que habíamos estudiado y llevar a cabo un evento. Estuvimos viendo los diferentes eventos que se habían programado en el centro relacionados con turismo -por ejemplo la feria de los sentidos que se hizo el año pasado- y no queríamos repetir, queríamos hacer algo innovador. Así que pensamos en Cádiz, en su patrimonio histórico y su patrimonio natural, paisajístico, con sus playas y su clima. Intentamos combinar los dos aspectos y así nació lo que denominamos Feel Gades, siente Cádiz.  

¿Y preparasteis el evento siempre en las clases o también fuera?

Fuera y dentro. En las clases Rosario nos ayudó bastante -y no solo Rosario porque se involucraron también Ana López, nuestra tutora María José Santos, nuestra profesora de inglés, y Ana Medina, que nos junto a Rosario llevan la materia de Empresa e iniciativa emprendedora.  

De modo que fue algo pluridisciplinar, porque varias asignaturas colaboraron en el proyecto.

Si, pero la cabeza era Rosario, que es quien propuso la idea, dirigió el trabajo y nos ayudó desde cerca a sacar adelante el proyecto; las otras profesoras colaboraron también, cedieron todo el tiempo que fue necesario y fueron también fundamentales para dar consistencia al proyecto.  

¿Y en qué consistió, ahora ya concretamente, el evento?

El evento consistía en hacer diferentes rutas por Cádiz mostrando distintas temáticas. Se hicieron ocho guías durante dos jornadas; así que se hicieron agrupadas, como un conjunto. En ellas participó toda la clase, 16 en total.

¿Hay alguna de ellas que recuerdes con más fuerza?

Si, yo estuve particularmente vinculado en la que se hizo por el Barrio del Pópulo, la plaza San Juan de Dios, los arcos, y se visitaba el Centro de Interpretación del Teatro Romano, que abrió recientemente; esto en particular fue muy interesante porque los responsables del centro nos permitieron usar las instalaciones como parte de la ruta. Otra ruta que también fue muy especial y que resaltó bastante, es la que hicimos en el Museo del títere, que diseñamos pensando en los alumnos del Aula Específica de nuestro centro.

¿Qué bonito, no?

Si, en el Museo del Títere. El objetivo aquí era hacer que fuera lo más accesible posible, así que estaba muy orientada a la práctica: los alumnos estuvieron manipulando los títeres, participando en los juegos que preparamos para ellos; y la chica que hizo la guía, Olga, se disfrazó para meterse en el papel e intentar que nuestros visitantes estuvieran lo más cómodos posible.

Entonces hizo falta también contar con la instituciones de la ciudad. ¿Lo hizo vuestra profesora o vosotros?

Sí, lo hicimos nosotros. Internamente, para poder desarrollar el proyecto, no todos podíamos hacer todo; así que a la hora de realizar el evento nos dividimos entre los que hacían propiamente la ruta y los que organizaban. Mi función, junto a otra compañera, era más la de ser coordinador del proyecto; éramos nosotros los que tratábamos directamente con las instituciones, por ejemplo con la Catedral, que conseguimos que colaborara para que los visitantes que no eran de la ciudad pudieran visitarla sin coste.

¿Quienes eran los que disfrutaban la actividad? Has hablado antes de los alumnos del Aula Específica pero quienes más asistieron a las rutas.

Asistieron alumnos del Fernando Quiñones y alumnos de 1º, 2º y 3º de ESO del Drago. También los compañeros de informática y de primero de turismo. Y evidentemente, los profesores acompañantes. Luego viene también la colaboración de los alumnos del Grado de Interpretación y Lenguaje de Signos, porque añadimos, y esto es algo complementario y también diferenciador, que las rutas fueran interpretadas por en este lenguaje.

Habéis involucrado a muchos sectores del instituto.  

Si, fue un gran movimiento y exigió una gran coordinación por parte del profesorado y también de nosotros. Aunque las cosas fueron creciendo poco a poco: la idea de hacer rutas afectaba en principio solo a  Turismo; pero luego fuimos metiendo a otros institutos, a los alumnos de nuestro centro a los que la actividad venía especialmente bien, por ejemplo en relación con la materia de Historia; y al final terminamos involucrando al Grado de Interpretación y Lenguaje de Signos.

¿Se produjo de manera efectiva la conexión entre teoría y aplicación?, ¿cuál es tu análisis?

Siempre hay una diferencia entre lo teórico, entre lo proyectado, y su aplicación. En nuestro curso estudiamos la historia de Cádiz y su patrimonio, pero a la hora de llevarlo a la práctica descubrimos lo complicado que resultaba, las dificultades que teníamos. Nosotros intentamos hacerlo lo más fácil posible y accesible posible, pensando mucho en las personas a las que las rutas estaban dirigidas. Se trató siempre de adaptar lo teórico a la realidad pero sin duda no todo era posible trasladarlo a la práctica; para conseguirlo hubiéramos requerido más tiempo.  

El proyecto salió en la  prensa; ¿no es así?

Si, se nos ocurrió la idea de llevarlo a los medios de comunicación. Queríamos difundir el trabajo, y que alguien externo al centro se interesara en ella. Nos parecía fundamental que desde fuera se viera que los estudiantes de turismo somos los primeros en valorar nuestro patrimonio.

¿Cuál es la valoración global de la experiencia?  

La experiencia fue buenísima. Cuando hicimos la evaluación en grupo coincidimos en que la experiencia fue muy enriquecedora, porque gracias a ella, por primera vez, entramos en contacto con los futuros destinatarios de nuestro trabajo. Aprendimos mucho, fue una buenísima preparación para lo que será luego nuestra vida profesional. El evento fue muy innovador, cumplió con las expectativas creadas; recibimos la ayuda necesaria para llevarlo a cabo y contamos con un magnífico elenco de público que nos ayudó mucho para que las rutas funcionaran.

Ahora estás preparando tu proyecto final, ¿puedes contarnos de qué irá?

Mi proyecto lo estoy haciendo junto con dos de mis compañeras; se trata de diseñar una ruta turística enfocada al flamenco. Todos sabemos que Cádiz es una de las cunas del flamenco junto al Puerto, Jerez y Sevilla; pero no cuenta una ruta oficial del flamenco. Así que hemos creado una ruta del flamenco incluyendo también a San Fernando; además estamos atendiendo a la gastronomía y hay un espectáculo dentro de la ruta.

Es una estupenda la idea, Alejandro; y no está muy explotada.

Cádiz está viviendo un boom turístico y el flamenco interesa a todos, al turista y también al ciudadano. El flamenco es una parte muy valiosa de nuestro patrimonio cultural. Y lo que quisiéramos es, no solo plantear el proyecto teóricamente, sino llevarlo un día a cabo.

Un proyecto social en el Hospital Puerta del Mar

Irene Camacho y María Díaz, del grupo de ciencias sociales de primero de bachillerato, nos explican el proyecto social que han elaborado en el marco de la nueva materia de Cultura Emprendedora.

¿Puedes explicar, María, en qué consiste el proyecto?

María Díaz: El proyecto consiste en hacer un esquema de actividades para entretener a los niños hospitalizados. En el hospital hay una ludoteca pero los niños, pero no es suficiente para evitar el aburrimiento; sobre todo estando hospitalizados durante mucho tiempo. Una chica de primero de ESO llevaba cerca de tres meses hospitalizada, imagínate. Además a esa edad. Diseñamos unas cuantas actividades, las preparamos y las realizamos en el terreno.

Irene Camacho: Además, nos informamos sobre la situación; conocimos que Cruz Roja va Hospital Puerta del Mar un poco con la misma finalidad que teníamos nosotras; pero está claro que la necesidad de los niños no la cubre porque solo van una vez al mes, solo de vez en cuando. Así que el día a día no estaba realmente cubierto.

María: Los niños del hospital cuentan con una ludoteca, que tiene unos horarios como los del colegio, de lunes a viernes por la mañana y sobre todo para hacer tareas del colegio. Cuando hay puentes o en verano, no hacen nada.

¿Tienen algún profesor en ese espacio?

María: Si, tienen dos maestras. El objetivo es que no pierdan el ritmo escolar. Hacen las tareas, estudian; siguen en la medida de lo posible la vida de la escuela.

Irene: Además eso lo lleva educación, no el hospital; es como si fuera el colegio.

Entonces vuestro proyecto, ¿qué es lo que aporta en este marco?

Irene: Creo que es una ruptura de la rutina, una manera de que no se recuerden a sí mismos que están en el hospital, que están mal. Obviamente, el estado de ánimo con el que afrontas la enfermedad es también relevante. Es una manera de ilusionar, algo simple; aunque fuera solo para conseguir sacar una sonrisa a los niños. Algo simple, pero que nos hacía mucha ilusión hacer.  

¿Y la idea fue vuestra?

María. De nosotras y de otras dos compañeras, porque el grupo era de cuatro. Las otras dos componentes del grupo son Andrea Hermida y Alicia Carmona. La idea base de Alberto Sacaluga era que montáramos un proyecto social; hicimos grupos de cuatro o cinco personas y ya cada uno de los grupos empezó a pensar en la realización de un proyecto concreto. Cuando pensamos en los niños hospitalizados nos pusimos en contacto con Cruz Roja, pero el problema era que, al ser menores, no podían colaborar con nosotros: estuvimos estudiando otras opciones pero al final fue Alberto el que se puso en contacto con la trabajadora social del hospital para que pudiéramos ir por la mañana.

¿Recordáis otros proyectos que se han hecho en el grupo?

Irene: Sí, claro: Mara, Esther y otras alumnas de Bachibac trabajaron con alumnos del aula específica; esa fue acción muy bonita, es uno de mis proyectos favoritos.

María. Belén, Miguel Angel, Nacho y Luis hicieron una recogida de ropa. Álvaro, Luis y Fran hicieron una página web para concienciar sobre la situación de los refugiados; y entrevistaron a una activista de Puerto Real implicada en el tema; Andrea y Colegio Reyes Católicos para concienciar a los niños sobre la importancia de reciclaje. Pamela, Rosa y Antonio hicieron en el colegio del Parque Varela actividades para concienciar a los niños sobre temas de ecología.

Irene: también hubo un último grupo, en el que estaba nuestra compañera María, en el que se trabajaba el tema de la defensa de los animales.

¿Podríais reconstruir con más detalle cómo fue la visita al hospital?

Irene: Teníamos preparadas un par de actividades. En una de ellas utilizamos cortometrajes de Disney, que tenían un mensaje que queríamos hablar con ellos. La otra actividad consistía en hacer una manualidad muy típica: se usan botellas y sal, las coloreas con tizas y las decoras. También llevamos la guitarra y el ukelele y estuvimos cantamos con ellos.

María: Al principio fue un poco complicado porque solo había una niña muy pequeña y muy tímida con un par de monitores de prácticas; a ellos los conocía bien, pero no a nosotros; se asustó, se puso a llorar y empezó a llamar a su madre. Después vino otro niño, que estaba bastante malito, tenía una parálisis cerebral; le gustaba la música, eso sí que le llegaba. Y más tarde  empezaron a llegar ya las niñas, cinco o seis niñas; empezamos ayudándoles con la tarea y luego empezamos con las actividades, aunque al final no pudimos poner los cortos.  

¿Cuál es vuestra evaluación de todo esto?, ¿Qué es lo que más te gustó de la experiencia?

Irene: A mi lo que más me gustó es poder haber hecho algo en activo, directamente. Y es que cuando he participado en alguna acción solidaria -como en la operación kilo- siempre eran otros los que la hacían, yo colaboraba pero en los medios, esta vez es la primera que he entrado hasta ver los resultados. Quieras o no, así ganas más que cuando participas desde lo lejos. El caso de los niños hospitalizados es un problema que la gente no tiene muy en cuenta, porque no es una necesidad primaria -se puede vivir sin diversión en el hospital- pero son cosas que hay que tener en cuenta.

¿Pasasteis mucho tiempo preparando el proyecto?

Irene: Sí, bastante. Lo más difícil es definir el proyecto, decir “esto es lo que vamos a hacer”; porque una vez hecho ya es solo ponerte, no es el problema. El tema de decir que este es el proyecto es lo complicado. En teoría el proyecto debía de ser también viable económicamente, pero ese aspecto al final no lo trabajamos. Eran muchos los aspectos a los que teníamos que atender: que fuera viable económicamente, que fuera original…

María: El problema de nuestro proyecto es que había que hacerlo por la mañana; no por la tarde. Al ser menores y estar en clase, la posibilidad de extenderlo en el tiempo no era posible. Si pudiéramos ir por la tarde, seguramente lo habríamos hecho. En realidad tengo un sabor agridulce porque sé que el problema de la atención a los niños en el hospital sigue ahí, y no siento que haya solucionado un problema. Un día es verdad que no se le olvida a un niño, pero el problema sigue estando ahí.

Rocío Ortiz, en la Olimpiada Española de Biología.

rocío

En la entrevista, Rocío Ortiz, alumna de segundo curso de Bachillerato, nos cuenta su experiencia en la fase autonómica de la Olimpiada Española de Biología (OEB), programa que se celebra en nuestro país desde el año 2005.

Preséntate Rocío; ¿quién eres y dónde estás?

Soy Rocío Ortiz, tengo 18 años y estoy estudiando segundo de Bachillerato de ciencias en el Drago; también estudio 6º de profesional en el conservatorio, flauta travesera. Siempre he estado interesada en otras actividades complementarias del instituto, he solicitado becas, he participado en campamentos de verano y también en esta Olimpiada.

¿Puedes contar qué es esto de las Olimpiadas?

Es una prueba de biología, creo que se hace en todas las asignaturas pero yo me presenté a las de biología. Se hace un examen tipo test, es por regiones, y los tres mejores de cada región pasan a una fase nacional, creo que son cinco o seis días en la Universidad, hacen varios exámenes pero sobre todo la mayor parte del tiempo estás es trabajando en el laboratorio con profesores de la universidad y científicos, y si ganas, además del premio en dinero hay posibilidad de participar en una Olimpiada internacional y también en otra específicamente iberoamericana.  

¿Cómo fue la preparación para la prueba?

Entras en una página web, que tiene modelos de exámenes de otros años, y te los vas preparando para saber orientarte sobre el tipo de preguntas que hacen. Suele ser una preparación complementaria a lo que has dado; porque a lo mejor has dado ese proceso pero te hace falta conocer los nombres específicos de los órganos o las enzimas que actúan. Es algo que requiere bastante tiempo; y hay que ser muy autodidacta o contar con un profesor que esté dispuesto a ayudarte mucho.

¿Cómo fue la experiencia del examen?, porque al final no lo conseguiste. ¿Qué pasó?

La verdad es que el examen es bastante difícil. Si son 100 preguntas, puede que 40 sean de las que se supone que tienes que saber, que son básicas; y las demás son preguntas sobre cosas que no has escuchado ni has estudiado en clase pero que si tienes mucho interés y has complementado por tu cuenta se supone que las tienes también que conocer. Pero a mí no me gustó mucho el tipo de examen, porque parecía que se valoraba, más que el hecho de que supieses biología, que supieses memorizar. Eran muchos nombres específicos; yo en el laboratorio puedo resolver problemas sin conocer esa terminología específica, por lo que no creo que el hecho de conocer la terminología sea tan esencial. Imaginemos una persona con una capacidad de memorización muy grande: sería capaz de memorizar todos los nombres sin saber a desarrollar el proceso y podría ir a este tipo de examen y sacar un 10; se consideraría el que más sabe de biología sin que en realidad sea así. Me parece bastante injusto, la verdad. En las Olimpiadas de física, por ejemplo, ponen cinco problemas -problemas tipo de selectividad que se supone tienes que poder resolver estando ya en segundo de bachillerato- y otros dos problemas que son mas de razonar y que si dominas los conceptos puedes sacarlos. Este sistema sí me parece más justo; permite comprobar mejor si sabes de la materia.

Lo has explicado muy bien. Y además estoy de acuerdo contigo: deberíamos orientar la enseñanza hacia la resolución de problemas, no en base a la memorización ciega. ¿Hay algo más que te gustaría comentar?

Me gustaría que los institutos tuviesen más participación, que estuvieran más enterados de estas cosas, porque la mayoría de veces que me he enterado de la existencia de este tipo de actividades ha sido porque por amigos o por mí misma lo he encontrado por internet. Hay gente que es muy buena y que no tiene la posibilidad de tener estas experiencias porque no tiene los recursos, no es tan autodidacta o desde su instituto no se fomenta la participación en estas actividades. Además son proyectos muy independientes: los recursos que propone la universidad solo se conocen cuando uno entra buscando específicamente en la página e incluso cuando se trata de proyectos del Ministerio tampoco es algo que sea fácilmente accesible. Contar con mejor difusión en los institutos vendría muy bien.

¿Algo más ya para terminar?

Sí, me dio la impresión de que lo que se da de base no es lo que luego se pregunta. De hecho, lo comenté con otra participante al salir: habíamos basado nuestros estudios en hacer las preguntas tipo de la página web, intentas buscar información para encontrarles solución, vas apuntando las cosas que no sabes, pero luego las preguntas eran muy distintas a las de la página, así que la preparación que podías tener no servía mucho. Casi un 70 o un 80 por ciento de las cuestiones eran así. Además de pesar la memorización, también termina pesando la suerte.

Muy bien, Rocío: ¿y cuáles son tus proyectos para el año que viene?

Me gustaría estudiar biotecnología aquí, en la Universidad de Cádiz; en nuevas energías renovables.

Laura Bienvenido y Silvia García: una actividad en torno a la lengua de signos.

Laura Bienvenido y Silvia García son alumnas de segundo curso del ciclo formativo de grado superior de interpretación Lengua de Signos. En esta entrevista nos hablan de la actividad que su grupo llevó a cabo con motivo del Día Europeo de las Lenguas.

Hace un par de meses hicisteis una actividad que nos gustó mucho. ¿Podéis contarnos en qué consistió?

Silvia García: Con motivo del día de las lenguas, propusimos hacer una actividad para dar a conocer la lengua de signos, que suele ser la gran lengua olvidada. La idea que tuvimos fue hacer sentir a los alumnos del centro lo que ocurriría si un compañero sordo entra en su clase y se une con ellos, y mediante la lengua de signos intenta comunicarse en la clase. Lo que queríamos es hacer ver de manera impactante lo importante que es la lengua de signos para las personas sordas y la necesidad de tener un interprete. Pero en lugar de hacerlo con una una charla hemos tratado de montar la situación que se viviría en la realidad.

¿En qué consistió más concretamente la actividad?

Laura Bienvenido: Primero entraba mi compañera en clase, que se suponía que era sorda, y claro, tanto los alumnos como el el profesor no sabían la manera de comunicarse con ella. Luego entraba yo, como si fuera su interprete, y que por error llegaba tarde. Y se ve así lo importante que es el intérprete, que juega un rol fundamental de ser el puente de comunicación entre la persona sorda y el resto, en este caso con el alumnado y los profesores. La situación impactó mucho a los alumnos. Luego ya se descubrían que no era realmente sorda y pasamos a hablar con el grupo sobre temas varios: por ejemplo, qué es una lengua de signos y la típica pregunta que nos hacen sobre si es o no una lengua universal. Fuimos resolviendo estas cuestiones y ya para terminar hicimos una actividad de iniciación al lenguaje dactilológico, el alfabeto de lengua de signos, presentándoles las letras; una pequeña introducción.

Silvia: Yo mientras Laura entraba, como yo hacía de compañera sorda que estaba esperando al interprete, trataba de comunicar con el profesor o con mis nuevos compañeros intentando no cortar la clase. Pedía a mi compañero un boli, o un folio, haciendo ver lo difícil que era comunicarse.

Como si fueras una alumna nueva que acababa de llegar

Silvia: Sí, como en un primer día de clase; tratando de hacerme entender sin conseguirlo, para que vieran la dificultad de comunicarse con una persona sorda y la necesidad del interprete.

Laura: La necesidad del interprete y también el interés de aprender lengua de signos, que no es malo. Al igual que uno estudia inglés o cualquier otra lengua, la lengua de signos también permite comunicar.

Contabais con los profesores, porque los profesores sabíamos que vosotras ibais a entrar. ¿Qué tal colaboramos, hicimos bien nuestro papel?  

Silvia: Muy bien, en general muy bien, e incluso hubo alguno que se involucró bastante en la actividad y dio pie a otras cosas. En general, sí.

¿Y por qué creéis que os gustó hacer la actividad?

Laura: A mí personalmente, porque me gusta ver la reacción de la gente, eso me gustó mucho. También me gustó romper el ritmo normal de la clase y hacer algo diferente, cortar ese ritmo. Y además, intentar concienciar y además respondieron bien, me gustó la respuesta de la gente.

Silvia: Es verdad que la gente pregunta siempre qué es eso de la lengua de signos; hay mucho tabú, muchas falsas ideas sobre esto; se trata de darle visibilidad y que conozcan la realidad. La verdad es que lo disfrutamos.  

No fuisteis solo vosotras dos; ¿cuántos equipos se formaron?

Silvia: Fuimos 14 en total, así que hicimos siete parejas; la mayoría repetimos en dos clases. Llevamos a cabo la actividad en primero de ESO, primero de Bachillerato y primero de ciclo. La mayoría repetimos la experiencia en un par de clase. Primero de ciclo fue distinto, porque ya nos conocían y tratamos de adaptarlo.

Laura: De hecho, fue a nosotras a quienes tocó hacer la actividad con el grupo de turismo. Lo adaptamos un poco a ellos. Esto les hizo pensar sobre cómo reaccionar en una situación en la que tienen a un cliente sordo enfrente. Ellos estuvieron muy involucrados. Se interesaron mucho.  Aparte del aprendizaje del inglés, el francés o el alemán, vieron el interés de conocer un poco de lenguaje de signos.

A nivel de grupo, ¿fue una actividad motivadora?

Silvia: Sí, y no solo llevarla a cabo: también fue muy interesante la preparación. Maria José Santos, la profesora de inglés, es quien tuvo la iniciativa, a raíz del día de las lenguas, y luego nos dió la libertad para concretarla; es curioso, pero es ella la que tuvo la iniciativa. Luego, con las aportaciones de unos y otros, llegamos hasta la idea y el plan concreto.

¿Los chavales se interesaron? ¿Cuál fue su reacción?

Laura: Muchos sí, la mayoría sí -algunos no tanto, como con todo-; pero en general sí, la respuesta fue buena.. Nos preguntaban, se interesaban por decir su nombre.

Silvia: En especial los compañeros que fueron a primero de ESO fueron los que más se impresionaron.

Laura: También son los más impresionables.

Silvia: También gustó mucho y funcionó muy bien con los de turismo también, a ellos les interesó mucho que interviniéramos en su clase.  

Es interesante en cualquier caso hacer cosas fuera del aula, poner en contacto con algo de fuera.

Silvia: Y comunicarnos entre nosotros, porque muchas veces uno está en clase y no sabe lo que hay fuera de clase.

Laura: Y es que a veces no sabemos bien lo que hay en nuestro propio instituto. Mo saben que hay intérpretes en lenguaje de signos formándose en el centro. Si, se refieren a nosotros diciendo que somos esos que movemos las manos: pero es algo más, y está bien darnos a conocer.