Franz Kafka: La metamorfosismetamorfosis

El curso avanza: tras los paréntesis de los Carnavales y del puente del Día de Andalucía, nos hemos vuelto a reunir para tratar, quizás por vez primera, de un clásico, de un clásico contemporáneo, de una obra que marca un nuevo camino en la historia de la Literatura. La apuesta ha sido arriesgada porque temíamos “desanimar” a nuestros lectores, especialmente a los más jóvenes, pero, por fortuna, la sesión ha sido muy interesante, aunque sí es cierto que la asistencia ha sido menos numerosa que en otras ocasiones, quizás por la coincidencia de muchos exámenes, algunos incluso en el mismo recreo, o quizás por la obra en sí..


            Hemos comenzado la sesión, como siempre, leyendo una cita de la obra, y en este caso era inevitable la lectura del párrafo inicial, por sí mismo tan ilustrativo si entramos en el juego de ficción que en él se plantea:

            “Cuando Gregor Samsa despertó una mañana, tras agitados sueños, se halló en su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado sobre la espalda, dura como una coraza, y, cuando levantaba un poco la cabeza, veía, abombado, pardo, dividido por partes duras en forma de arco, el vientre, a cuya altura la colcha, a punto de resbalar del todo hacia abajo, apenas podía mantenerse. Sus muchas patas, deplorablemente flacas en comparación con el resto de su volumen, le vibraban desvalidas ante los ojos.

            “¿Qué me ha sucedido?”, pensó. No era un sueño.”

            ¿Ha gustado la obra? Al lanzar la pregunta sólo unas pocas personas han contestado que sí. Para la mayor parte del alumnado la obra ha sido “rara”, incluso algo repugnante en la descripción del insecto. Sin embargo, sí parece que ha sido muy bien entendida, y que se han captado los elementos simbólicos que suponemos que su autor quiso en ella reflejar. Se comentó la crítica que en la obra se hace al egoísmo de la familia y de la sociedad: cuando una persona ya no es útil pierde su carácter humano, queda degradada, animalizada como Gregor Samsa, se convierte en una carga. La crítica se extiende también a la absoluta falta de respeto a la diferencia, así el personaje queda desprovisto de su humanidad porque quienes le rodean sólo ven en él el insecto, de la misma forma que la sociedad rechaza y aísla a las personas distintas por una razón u otra, personas a las que frecuentemente sólo se juzga por su apariencia, de ahí que Gregor esté siempre confinado en su habitación, y que cuando intente salir de ella, es rechazado violentamente. Refleja pues una sociedad egoísta y pragmática, inflexible en sus normas convencionales.

            Todos parecimos estar de acuerdo en la forma tan sorprendente en la que Samsa acepta su metamorfosis, y, sin embargo, cree que está bien de salud, y dispuesto para acudir a su trabajo. La obsesión por el trabajo, por un trabajo rutinario y agotador deshumaniza a las personas, que como Samsa, se vuelven insectos, en una sociedad mecanizada, una sociedad que vive a golpe de reloj: vivir para trabajar y no trabajar para vivir. Ciertamente sabemos que la existencia de Kafka transcurrió siempre agobiada por un trabajo que detestaba, por lo que intentó jubilarse pronto, antes de que su enfermedad, la tuberculosis, le dejara sin tiempo de vida., como efectivamente ocurrió, pues murió con poco más de cuarenta años.

            Nos sorprendió el hecho de que Gregor, ya animal, siga reflexionando como una persona lúcida, y preocupándose por su familia, con la que intenta hablar, sin embargo, su lenguaje se ha vuelto ya incomprensible para su entorno. Este hecho parece reflejar muy bien la incomunicación de la sociedad en la que vivimos.

            La transformación de Gregor afecta directamente a su familia, que debe ponerse a trabajar y, por lo tanto, ya no tienen tiempo para él, para alimentarlo o para limpiar su cuarto. Este aspecto nos llevó a comentar las dificultades que, en las familias actuales, existen para ocuparse de familiares en estado vegetativo, familias en las que todos sus miembros trabajan y quedan asfixiadas por las obligaciones. No obstante, Samsa mantiene su capacidad humana de reflexión a lo largo de toda la obra, de hecho nos preguntamos si muere por sí mismo o se deja morir cuando escucha a su hermana decir que ese bicho no puede ser su hermano, porque Gregor se habría “quitado de en medio” por sí mismo, para no molestar a la familia. Pero, ¿es realmente culpable la hermana si la comunicación con Gregor es imposible? ¿Cómo puede saber que detrás de la apariencia hay todavía una sensibilidad humana? ¿Y, en cualquier caso, qué otra opción le queda al protagonista si no es la muerte?

            También se habló de la falta de capacidad de reacción, de lucha, del personaje, que, anulado, no intenta escapar de la casa ni emprender una nueva vida, ¿quizás porque su metamorfosis era una forma de liberación de las excesivas responsabilidades familiares?

            Finalmente, destacamos el simbolismo del tiempo meteorológico: cuando Gregor experimenta la metamorfosis, ve, a través de la ventana de su cuarto, un cielo gris y lluvioso, pero cuando muere, es primavera, hace sol y por fin su familia se toma un día de descanso en el campo. Comienza una nueva vida, nuevos proyectos para la hija, para la que ya se planea buscar un novio, ¿quizás un futuro candidato a otra metamorfosis.

La próxima sesión será el lunes 7 de mayo, ya será primavera y hablaremos sobre la novela El embrujo de Sanghai, un acercamiento a un autor español actual, Juan Marsé.

¡¡¡FELIZ LECTURA!!!

                       

Cristina Ruiz Guerrero, Departamento De Lengua Española

 

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